Proyección de la Kinesiología en nuestros tiempos y su rol auténticamente social: compartir y colaborar

Por: Klgo. Ignacio Quinteros Muñoz, Mg. en Pedagogía en Educación Superior.

Compartir y colaborar. Quizás estos sean los conceptos más adecuados para describir el título de este artículo. Compartir es esencialmente un concepto base, pues aceptamos que somos seres sociales que hemos nacido y educados y formados junto a otros, compartiendo los beneficios y los perjuicios de esta vida social del hombre occidental. Este mismo compartir implica que el concepto colaborar se genera como una forma positiva a la perpetuación existencial del hombre hasta el fin de los tiempos.

En el trascurso de estos últimos cincuenta años, de los cuales he sido testigo y participante activo, hemos desarrollado nuestra acción absolutamente desvinculada de la visión sistémica, generalmente asociada a una visión del hombre biológico con una concepción de un modelo biomédico, unidimensional, que se asocia a la salud sólo curativa, aislada del modelo biopsicosocial, apagando incendios, generalmente asociado al área músculoesquelética. Es una labor fundamental, pero lejana en gran parte de los contextos. Una visión muy analítica con mucho enfoque organicista, muy biológica. Quizás fue muy meritorio para los Kinesiólogos del siglo XX, pues luchaban por darse a conocer como profesión, pero en la medida que avanza el siglo XXI, los paradigmas relacionados con la vida del hombre exigen una adecuación cada vez más apegada a la visión sistémica integradora, más interactuantes, la complejizan.

Los estilos de vida son diferentes. La prevalencia de enfermedades sufre una variedad de metamorfosis estadísticamente importantes. La dependencia de la variable económica es compleja y se convierte para el tipo de visión occidental, en nuestro país especialmente, sensitivamente y perceptualmente muy entrópica para preservar un equilibrio homeostático en el existir de los ciudadanos, pues ese es el marco en el que se desenvuelven nuestras existencias, es una visión ecosistémica real. Los profesionales de la salud no estamos ajenos; cómo el Kinesiólogo se incorpora a esta realidad, cómo colabora. Quizás lo clásico del siglo pasado y parte del actual son insuficientes, necesitamos un cambio de mirada que sea parte de las soluciones.

Es también trascendental la formación de profesionales universitarios con otra visión, preparados para enfrentar los desafíos. La exigencia hoy es preparar profesionales que respondan a los problemas actuales con una mirada más integradora que sólo la regulación del mercado, con el cual se abrieron muchas carreras del área de la salud, sin ningún realismo estadístico de necesidades de servicio, alejado de la visión de servicio y generando mucha cesantía en nuestros jóvenes recién titulados.

La indiscriminada creación de carreras de Kinesiología ha provocado mucha frustración en los jóvenes. La gran mayoría de ellos -los estudios sociológicos así lo avalan- pretenden crear una sociedad más justa, más colaborativa. Necesitamos un Kinesiólogo con visión de compartir con otros profesionales la solución de problemas de salud. la formación de trabajo compartido es imprescindible. Formación de trabajo en equipo, formación interdisciplinar, multidisciplinar son herramientas básicas de manejo sistémico de salud. Eso se llama compartir y colaborar. Estamos al debe en este tópico. Es parte del manejo actual de los pacientes, un enfoque funcional integrador. Hace dos años estuvo en la Universidad de Concepción el profesor Nicolescu, para hablar de la Transdisplina. Tuve la suerte de asistir a su conferencia y escuchar el mensaje esperanzador, como una forma de responder a los desafíos de una sociedad que hasta el momento ha sido desintegradora en el manejo de la disciplina, que condena al hombre a un enfoque parcial de los problemas. El Kinesiólogo debe tener una preparación en este enfoque y no sólo él, sino el equipo de salud y el entorno.

Me parece que debemos contemplar iniciativas reales que vayan hacia la prevención, no sólo con intervención, sino también participando en planificación, programación y dirección de políticas que favorezcan estilos de vida activos, compensadores de deterioros producidos por la entropía de nuestros ecosistemas. Para eso el Kinesiólogo debe tener formación para colaborar, formación de liderazgos. Son esenciales. Todos los esfuerzos deben tener un enfoque de gestión, imprescindible en el compartir y colaborar. Creo que en la formación del Kinesiólogo no se contempla la formación en gestión y cuando lo hace a través de la formación de postgrado, termina disperso en problemas administrativos que en nada se relacionan con la posibilidad de trascender en el manejo de gestiones que favorezcan aplicar políticas de participación del Kinesiólogo en prevención. Cuánto se gasta en políticas que sólo son paliativas en el manejo de patologías que se podrían planificar y actuar en consecuencia, previniéndolas. No es menor también en este sentido, la nula participación en política., como aprobar leyes que favorezcan esta última visión. Para muestra un ejemplo: el Plan IRA y ERA, que cambiaron el rumbo en la estadística mortal de enfermedades respiratorias. Ese modelo se implementó, porque hubo voluntad e iniciativa política de colegas participando en política. ¿Por qué no repetir esa iniciativa en otras áreas, especialmente en la prevención?

En esta perspectiva, el Kinesiólogo tiene un efecto multiplicador trascendental en educación de estilos de vida activos y de ergonomía necesaria. Aquí es imprescindible el manejo de aprendizajes efectivos, lejanos del sólo conocer o informar que es un remedo de ”educación”. Debemos prepararnos para educar en esa perspectiva. Por esencia, el Kinesiólogo interactúa con los usuarios, enseñando movimientos, por ejemplo. Llamamos a muchas de nuestras intervenciones Aprendizaje Motor, pero el cognitivo necesita estar preparado en esa esfera. Por lo tanto, hay en estas perspectivas, desafíos importantes y vitales para el Kinesiólogo de ahora y el del futuro, para aportar a una sociedad compleja y expectantes de soluciones a sus problemas a través de compartir y colaborar. Debemos participar en estudios reales, nacionales de prevalencias de indicadores de salud (envejecimiento, obesidad, salud mental, enfermedades degenerativas, cáncer). Así sabremos cuáles son las necesidades reales y la intervención también real del Kinesiólogo.

El Kinesiólogo tiene un gran capital: la vocación de servicio. Por último, tengo que agregar algo que nos ha caracterizado siempre, tanto a los del siglo XX, como en los tiempos actuales: la relación kinésica/proxémica en el compartir desde la emoción, la escucha y la empatía para acompañar al otro en sus aflicciones, tanto funcionales como emocionales, temporales o persistentes. Eso es imponderable y motivacional.

 

Klgo. Ignacio Quinteros Muñoz

Departamento de Kinesiología

Universidad de Concepción